AMIGOS

Nuestra angustia es tanta como si hubiéramos desesperado de encontrar una palmera en el desierto de la vida y, nos olvidamos que para mantener la lámpara encendida, no se requiere un mar de aceite; basta el de nuestra propia participación, no importa de qué importante o simple ésta sea; lo que, por ningún motivo debemos permitir es dejar de participar, sobre todo en estos momentos tan inciertos y agitados por los que está atravesando la sociedad mexicana: dudas, desconfianza, incertidumbre, rabia, etc.; son algunas de las señales que se advierten. Por lo pronto permítanme que les exponga mi muy modesta aportación: lo hago con el deseo de que ello anime a los lectores y, muy pronto ECOS empiece a publicar las aportaciones del público.

                                                      DOS:

Tenemos, por fortuna, 5 candidatos actualmente disputándose la presidencia de la República, a la mejor no como seria de desear, pero no olvidemos que en las democracias eso se vale. Que no nos asuste, pues, que en ocasiones nos parece que los candidatos solo falta que se den de cubetazos; lo que sí debemos exigirles es que sus propuestas de campaña sean claras, concretas, sin generalidades, expuestas de manera sencilla, de acuerdo a la visión real, factibles en atención al bien común nacional sobre los intereses personales o de partido. Insisto, las propuestas o promesas deben ser expuestas con sencillez y claridad, que las entienda el más ignorante sin que ofenda a los letrados.

                                                          TRES:

Como se sabe, cada uno de los cinco candidatos representa una visión diferente de país; alguna de éstas seguramente coincidirá con la visión que tiene cada uno de nosotros, acerca del país que deseamos para vivirlo y para heredarlo a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos. Yo, no solamente, no estoy conforme con los sistemas políticos, social y económico actuales; mi lucha permanente de años ha sido en favor de que se dé, cuanto antes, el cambio que abone a todas las y los mexicanos seguridad total en los domicilios, en las calles, en las carreteras y en caminos de todo el territorio nacional. Esto de entrada porque aún hay más.

                                                           CUATRO:

El cambio que estoy seguro anhela la sociedad entera es aquel que nos traiga oportunidades iguales para todos, sin distingo alguno, respeto a la vida humana: que cesen las desapariciones forzadas y ajusticiamiento de mujeres, hombres, estudiantes de ambos sexos y de todas las edades, que donde quiera que nos encontremos nos sintamos seguros, sin temores, sin miedos y sin zozobras. Que todas las instituciones de los tres niveles de gobierno cumplan eficientemente con sus tareas encomendadas sin simulaciones, sin  desviaciones, sin mentiras, sin asomo de corrupción: es decir, con absoluta transparencia.

                                                             CINCO:

Que el combate a la impunidad sea frontal y en serio con toda la fuerza que la Constitución y las leyes otorgan a las autoridades. Que el nuevo gobierno sea capaz de convocar a la sociedad para elegir a los hombres más idóneos para Fiscal General de la República y para Fiscal Contra la Corrupción. En suma, un presidente que se decida por depurar la maquinaria gubernamental  de “aviadores,” de narcos, de ineficientes, de rateros. Que tenga la habilidad de reactivar la confianza popular hacia la figura presidencia y sus instituciones, que aglutine a todos los sectores sociales y agende con carácter de urgente, las reformas de los poderes Judicial y Legislativo.

                                                              SEIS:

El candidato que en estos momentos se perfila como el triunfador el 1 de julio también ofrece el cambio de régimen, pero éste consistente en hacer recular a México a los años del echeverriismo (1970-1976), 43 años atrás, estos  cambios: social, económico, político a su muy peculiar manera; las mayorías disentimos totalmente de ellos. El expresidente, frecuentemente criticado, don Gustavo Díaz Ordaz se lamentaba de haber entregado la Presidencia a don Luis Echeverría Alvarez como su sucesor. Tan mal andaba el país entonces.  Sin embargo, por otras razones, yo no dejo de admirar a don Andrés Manuel, por su tenacidad y por su capacidad de trabajo: 18 años de andar en campaña en busca de la primera magistratura mexicana, no es poca cosa. Por otro lado: ¡qué pena! (que) López Obrador, a juzgar por sus declaraciones, contradicciones, su arrogancia, etc. lo hagan parecer el enemigo político mas peligroso de Andrés Manuel. Mientras tanto SI QUEREMOS LA PAZ TRABAJEMOS Y OREMOS POR LA JUSTICIA y hasta la próxima chirigoteada amigos. [email protected]