El pasado miércoles 6, volvimos a sorprendernos con la noticia de una nueva explosión registrada en Tultepec, con un saldo de 8 personas muertas, y daños materiales de consideración, (7 de ellas ni siquiera tenían que ver en lo absoluto con esta actividad de la fabricación de fuegos pirotécnicos).

Esta nueva explosión, como todas las anteriores, se trata de un accidente que bien se pudo evitar, si algunas de nuestras autoridades no estuvieran tan inmersas en la mas grotesta corrupción. Por medio de la corrupción se permiten que en zonas urbanas, en casas habitación y sin las mínimas precauciones existan talleres pirotécnicos cuyo resultados están a la vista: personas fallecidas que sin temerla ni deberla perdieron la vida: por un lado por ambición de mayores utilidades con el ahorro del costo de los permisos de SEDENA, el pago de impuestos y el mantenimiento y construcción de instalaciones seguras, lejos de las zonas habitacionales, donde toda posibilidad de daños personales por mínimos que éstos puedan ser, no existan.

Qué triste y lamentable es que mediante los famosos moches las autoridades municipales, federales y del estado de México no actúen con la firmeza requerida para hacer respetar las leyes, con mucha mayor razón cuando la violación de éstas ponen en eminente peligro la integridad de persona alguna. Esta tragedia debería, finalmente, constituir un imperativo a las diversas autoridades, para poner en práctica medidas mas estrictas a fin de evitar la cíclica repetición de estas trágicas y fatales explosiones. Bueno, esto digo yo, los corruptos funcionarios tienen otra mentalidad muy distinta.

Pablo Gomez Tarso