URGENTE PROYECTO 

ALTERNATIVO DEL 

PAN, PRI Y PRD

En toda verdadera democracia, la existencia y el papel de las fuerzas políticas de oposición es indispensable, crucial, a la hora de diseñar leyes y políticas públicas y para generar los siempre necesarios contrapesos al gobierno.

Sin la oposición es difícil que exista un auténtico diálogo, debate y consenso políticos. Sencillamente, sin la divergencia de posturas, propuestas y opiniones no puede hacerse verdadera política. 

En México, hasta hace unas décadas, durante la era del viejo PRI, el rol de la oposición -que era mínima pero existía­ las más de las veces se limitaba a ser comparsa del régimen. Fue hasta el ocaso del siglo pasado, en medio de una ola de cambios políticos, cuando se constituye una oposición con auténtica fuerza en nuestro país, al ir ganando paulatinamente y tras arduas luchas, diversos espacios públicos, lo que se tradujo en una abrupta maduración de nuestra joven democracia. 

De entonces a ahora, y luego de haber experimentado una transición política tras más de 70 años de priísmo, en México hemos gozado de una cada vez mayor diversidad en la oferta política, lo que sin duda ha nutrido la cultura política ciudadana. 

En este sentido, el incontestable triunfo de Andrés Manuel López Obrador y Morena el pasado domingo 1 de julio, que deja al resto de las fuerzas políticas sumamente mermadas y con una grave crisis interna de identidad, liderazgo y representatividad, hace necesario, justamente, que el PRI, el PAN y el PRD, en su nuevo rol de oposición minoritaria, realicen una exhaustiva revisión de sus principios, objetivos y prioridades, un severo ejercicio de autocrítica, de cara a la ciudadanía, pero sobre todo hacia adentro, con sus simpatizantes y militantes. 

Y a la vez, también es urgente que, habiendo registrado en esta elección la menor cantidad de votos de su historia, los tres  partidos ofrezcan un proyecto alternativo al del gobierno, claro, convincente y responsable, que les dé otra vez visibilidad y especialmente credibilidad ante la gente. De ello, sin exagerar, dependerá su supervivencia. 

En voz de especialistas, estos tres institutos políticos deben entrar en una etapa de refundación ­reconstrucción, más bien­ para volver a ser opción para los votantes. 

De lo contrario, la hegemonía ya ganada en las urnas por Morena y sus aliados podría, pese a ser del todo legítima, generar desequilibrios y debilidad al sistema político y de partidos. 

Paradójicamente, de la expresión democrática por excelencia que fue la arrasadora victoria de AMLO, con 53% de los sufragios, puede derivar una democracia más fuerte y sólida y un sistema de partidos más robusto y eficaz, o podríamos retomar a un sistema de partidos dominante, parecido, aunque no idéntico, a lo que fue el poderoso PRI del pasado.