“Teóricamente, el autoritarismo es el mando ejercido sin límites por una sola persona. Repudia toda observación y opinión. Suele aplastarlas para imponer su arbitrio. El autoritarismo es limítrofe con el totalitarismo, en el que la comunidad toda es sometida a todo control y subordinación. Su peor expresión es la tiranía.

Si López Obrador no se percata de que como próximo presidente está obligado a buscar el medio virtuoso en todo momento de su actuación, irá perdiendo el capital político que depositaron en sus manos 30 millones de personas”.

Un ambiente de confianza y de credibilidad  generaría la posibilidad que el presidente electo no se opusiera a que un grupo de inversionistas nacionales y extranjeros, sin apoyo de su gobierno, concluyeran el proyecto aeroportuario de Texcoco.  

Oscar Mario Beteta