NIÑOS Y NIÑAS MEXICANOS:

EL ÚNICO FUTURO Y EL TESORO MÁS GRANDE DE MÉXICO

La violencia criminal que actualmente azota México no 'discrimina' ni hace diferencias con nadie. Sin miramiento alguno, los sectores de la población más vulnerables e indefensos como las mujeres, los adultos mayores y los niños -quizás por esta misma condición- son presas cada día más frecuentes de su voracidad asesina.

Como muestra de esto, en el transcurso de la semana que terminó, en distintos eventos violentos relacionados con el crimen organizado, tres niños perdieron la vida. Un descomunal oprobio.

Pero casos como estos en la geografía mexicana no son ni inusuales ni excepcionales. Cifras de 2016 sobre violencia contra menores, citadas en estas páginas por  Alejandro Hope, hablan de que en 2016, dos mil 163 menores de edad fueron asesinados en México. Es decir, un equivalente a seis por día. De ese total 393 eran menores de 14 años. Ósea, cada día, todos los días, algún niño o niña en nuestro país es víctima de homicidio. 

Estos datos retratan un cada vez mayor y preocupante nivel de descomposición social al grado de que, incluso para los criminales, es ya igualmente válido, dentro de sus códigos de conducta retorcidos o inexistentes, asesinar, secuestrar o esclavizar a lo más inocente y vulnerable de una sociedad: sus niños. 

En cualquier nación que se precie de civilizada, la infancia ocupa un lugar principal en la actuación de sus instituciones, procurando siempre su total protección, la satisfacción de sus necesidades y el goce pleno de sus derechos. 

Y aunque en los hechos no se cumpla, México sí cuenta con una extensa Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, que estipula que las leyes de todo el país deberán garantizar el ejercicio, respeto, protección y promoción de los derechos de este sector; así como prever los mecanismos que les permitan un crecimiento y desarrollo integral plenos. 

¿Por qué entonces experimentamos en México este nivel de violencia contra los niños? ¿Será acaso que la mexicana va siendo cada vez más una cultura tolerante a la violencia? Primero, y es obvio, por el enormemente violento contexto actual, es decir, como parte de los altos niveles de violencia que en general experimenta toda la sociedad. Pero este natural "escurrimiento" de la violencia no puede ser una justificación.

Y también porque las instituciones de gobierno no han  tenido  una  respuesta proporcional -excepcional debiera ser- ante la gravedad de este fenómeno, como si la vida de los pequeños, o la mínima vulneración de sus derechos no fuera razón suficiente para desplegar todos los recursos del Estado para sancionar ejemplarmente estos actos y evitar que existan más en el futuro. 

Quizás habría que recordarles a nuestras autoridades que las niñas y niños mexicanos, así suene a cliché, son el único futuro de este país y su tesoro más grande.