¿CÓMO ACTÚAN LOS AGRESORES SEXUALES?

• Los niños y adolescentes siendo tan perseguidos sexualmente, poca información existe.

Ojalá, que este artículo ponga en alerta a maestros, madres y padres de familia.

Los abusadores de niños son personas aparentemente normales, incluso personas exitosas en los que hacen, hábiles e inteligentes para interrelacionarse con la posible víctima y con sus seres queridos, se ganan la confianza de los niños o adolescentes y de sus padres.

Si el abusador tiene la estima de los padres o familiares de la víctima o de una comunidad será más difícil que le crean a la víctima cuando decida hablar. Los agresores pueden ser personas casadas y económicamente estables. Les gusta trabajar y convivir con niños o adolescentes, y se integran rápidamente y sin problemas en estos grupos. Sin embargo, ellos tienen una psicosexualidad infantil, en algún momento su desarrollo psicosexual fue atrofiado y teniendo cuerpo de adultos son emotivamente niños, de ahí que se conectan más fácilmente con niños que con adultos.

Los abusadores seleccionan a su víctima por sus características física y, poco a poco, van haciendo que el menor les tenga confianza hasta que logran controlarlos, hacen sentir a su víctima especial y amada por él. Algunos menores, en su confusión, llegan a estimar a su agresor y estarán dispuestos a defenderlo cuando la verdad sea conocida. Los abusadores, para ganarse la confianza de los menores, les permiten hacer cosas que sus padres les tienen prohibidas y les convencen de que no tiene nada de malo hacerlas. Son muy diestros para engañar y creen que las reglas no se hicieron para ellos. Están convencidos de que no le hacen daño al menor abusado y creen que el menor también disfruta de lo que está sucediendo. En ellos no hay remordimiento por sus actos y, aunque regenerados, siempre estarán en peligro de volver a lastimar a alguien vulnerable.

En principio los abusadores pueden comenzar con caricias muy comunes y aceptables para cualquiera: palmaditas en la espalda del menor, golpecitos con el puño cerrado en el brazo, tomarlos del brazo, abrazos que parecen inocentes, cosquillas, luchitas, entre otros. Es conveniente aclarar que en el ambiente familiar estos contactos físicos son muy comunes y no hay que enjuiciar sin motivo grave a los familiares que lo hagan, aquí sólo se describe la actuación inicial del depredador que ya en sí lleva malas intenciones, cuando toca no lo hace por amistad, sino por una gratificación sexual que nadie parece notar. Hay que estar alertas, pero reconociendo el ambiente y la circunstancia de los hechos para evitar escrúpulos.

El agresor gradualmente aumentará el contacto físico y las caricias, llegará a tocar los genitales, glúteos o muslos fingiendo que fue accidental y lo seguirá haciendo con mayor frecuencia. Estos actos son tan sutiles que la mayoría de los niños no se dan cuenta; pero si un niño se da cuenta y se aleja, el abusador no se dará por vencido y, si nadie se lo impide, buscará otra manera para acercarse.

Para lograr su objetivo, el abusador se muestra muy amigable con los niños o adolescentes, les pone atención escuchándolos, haciéndoles sentir que tiene preocupación por ellos, de esta manera, los menores se sentirán bien en su compañía. Después, les dará regalos o los llevará a actividades que son divertidas para los menores, algún deporte, ver películas, invitarlos a su casa con el pretexto de que posee muchos juguetes y que, en efecto, los tiene. Si algún niño se resiste a continuar con esa relación, el agresor chantajeará al menor para convencerlo. Así, le recordará la supuesta amistad que hay entre ellos o los regalos que le ha dado, el niño puede ceder por verse comprometido. El menor, a este punto, puede ya ser dependiente del agresor y entonces habrá poca o nula resistencia a sus propuestas.

El agresor también puede usar violencia, intimidación o amenaza. Le hace creer al menor que si habla de los que siente y experimenta nadie le creerá, que sus padres se enojarán tanto con él que lo dejarán solo y ya no lo van a querer o que lastimará a sus seres queridos como venganza. Todo esto deja al menor indefenso, desorientado y dependiente del agresor.

Será de sospechar, cuando un adulto o joven mayor tenga una exagerada o exclusiva amistad con algún niño o niña y que de manera obsesiva quiera estar con él o ella. También cuando un adulto prefiera siempre estar con niños o adolescentes en lugar de convivir con adultos y se aísle de las reuniones de adultos para ir a con menores de edad.

El abusador, para alcanzar sus fines, no tiene recato en mostrar pornografía a los menores acosados o de hablar explícitamente de sexo con ellos, e intenta convencerlos de que sólo quiere enseñarlos a vivir su sexualidad y que esa información les ayudará en el futuro. Siempre habrá sutiles advertencias, por parte del abusador, para  que los menores no le cuenten a sus padres u otras personas lo que están viendo.

Es difícil sorprender a un perpetrador en pleno acto, siempre buscan cometer sus abusos de manera segura y donde nadie pueda sorprenderlos. En la gran mayoría de los casos se descubre al abusador hasta que la víctima lo revela.

P. Abraham Ávila, MSP