INCERTIDUMBRE MUNDIAL Y EN MÉXICO ADEMÁS MORTAL

En estos momentos por los que  atraviesa   la humanidad, no existe otra mayor preocupación que no sea la de la incertidumbre de que hasta donde  llegará a causar estragos el Coronavirus19. Aún, sin sentido, o con muy poco de él,  en diversos países existe la duda de que si  Covid es invento de la  perversidad de gobernantes, o es obra de la madre naturaleza, fatigada de  soportar cuanto deterioro ambiental, en general, tanto por la irresponsable población como por las grandes industrias internacionales. La dramática y trágica verdad es que, sea por una o por otra causa, ya está aquí, y lo más probable es que llegó para quedarse un buen rato: debemos aprovecharlo para finalmente sacar el máximo beneficio: mejorar los hábitos personales y familiares de higiene preventiva; prestar mayor atención a una alimentación que no solamente satisfaga el hambre y la sed, sino que principalmente se transforme en fortaleza contra todo tipo de enfermedades, de manera especial de aquellas contagiosas. Estas recomendaciones deben ser aplicadas puntualmente, sin distingo alguno, a la población del campo como la urbana. Exigirles a las autoridades su fiel compromiso, si es que no queremos vivir bajo la amenaza de pérdidas millonarias de dinero y de seres humanos, como se ha venido presentando desde hace 6 meses.

El pasado sábado 18, las cifras que dieron a conocer las autoridades sanitarias internacionales son, por demás aterradoras: 14 millones de personas contagiadas y casi un millón que descansan en los panteones y numerosas fosas comunes. Las cifras son elocuentes; elocuentes por sí solas, pero ¡cuánto dolor y hogares enlutados!; ¿cuántos huérfanos y viudas se están quedando sin el sostén del hogar; sin el compañero (a) de toda la vida?

No es prudente señalar culpables. Busquemos mejor lo sabio: ¿cómo aprovechar esta “calamidad” para nuestro crecimiento moral, mental, intelectual y espiritual? Cuando cambiemos nuestra postura mental habremos cambiado: La tragedia y la desesperanza por la paz y tranquilidad; por la alegría de vivir y la felicidad espiritual. ¿Algo más...?      

Pablo Gómez Tarso