MÉXICO ES MÁS GRANDE QUE SUS PROBLEMAS

No cabe la menor duda de que nuestro país es más grande que todos sus problemas juntos. ¿Por qué entonces no cesamos de quejarnos?  ¿Es que acaso estamos esperando que todo lo resuelva el gobierno en turno, o que del extranjero nos traigan las soluciones a nuestros males? No señores ahora o nunca. Éste es el momento propicio para dejar en el pasado todo el ánimo indolente que por siglos ha acompañado a las y a los mexicanos. Es indispensable que tengamos en la mente y en el corazón, en todo momento que al llegar a la edad del uso de la razón estamos obligados a la propia superación en todos los temas de la vida. Capacidad para amar a todas las criaturas de la tierra y, desde luego, a todos los miembros del núcleo familiar. Nuestro muy importante compromiso es formar familias con la moral y la ética por delante. Si no somos capaces de lograr lo anterior, aunque sea medianamente, es que nos anclamos en la edad de piedra y fuimos incapaces de superar las condiciones de los simios.

La naturaleza con exceso de generosidad ha dotado al humano universalmente con las mismas capacidades para obtener el amor hacia todas las criatura y de modo único a nuestros congéneres. Sabemos que sin amor nada bueno puede salir del corazón ni de las manos de los hombres. Luego entonces primero tenemos que saber amar ardientemente a México para convertirlo en un país sin violencia de género, sin crimen organizado, sin los 50 millones de pobres actuales. Con igualdad social. En fin, un PAÍS próspero, generoso, sano, en paz. Donde impere la libertad de disentir, de dialogar y la libertad de pensar y de expresión.

Pablo Gómez Tarso