Imagínese por un segundo que, usted es hijo, hermano, hermana o madre de uno de los 22 hombres que, el 21 de marzo de 2011 salieron rumbo a los Estados Unidos. En busca de una mejor manera de vivir, lo que México les había negado. Desde ese momento de la partida, a bordo de un camión, desaparecieron como si la madre tierra se los hubiese tragado, materialmente. Y, en 10 años de intensa, constante y minuciosa búsqueda, nada han logrado. Diversos colectivos, denominados “Justicia y Esperanza”, integrados por familiares, amigos, vecinos, etc. representados por Ángela Juárez Ramírez, lo más que han obtenido fue encontrar los restos de una persona de las desaparecidas, localizados en una fosa común en San Fernando, Tamaulipas. Este hallazgo se dio muy al principio del momento de la desaparición del grupo, de San Luis de la Paz, Guanajuato del día 21 de marzo de 2011.

Cabe enfatizar que, Ángela Juárez Ramírez, ha tenido el acierto de conectarse con abogados bien relacionados. Gracias a ellos ha logrado que las FGE y la FGR, así como el subsecretario de DH Alejandro Encinas de la Secretaría de Gobernación les prometan poner toda su capacidad y todos sus contactos relativos a este muy lamentable hecho. Para integrarse al rastreo de los actualmente 21 habitantes de San Luis de la Paz, desaparecidos misteriosamente desde hace más de 10 años. Pero, ¡oh desventura! En toda una década las autoridades especializadas mencionadas se conforman en asegurarles que están trabajando por encontrar los desaparecidos. Pero, lo más frecuente es que ni siquiera se toman la molestia de recibirlos y proporcionales una información verídica y, sobre todo, esperanzadora. Que en realidad conceda a los dolientes familiares momentos de consuelo o de resignación cristiana.

Finalmente, “Ángela dijo que el colectivo está formado mayoritariamente por mujeres: madres, hermanas, hijas, tías y sobrinas que buscan a los suyos. Además de buscarlos y tocar todas las puertas de autoridades municipales, estatales y federales, han tenido que conseguir el sustento para mantener a sus familiares, ¡lo cual se ha complicado durante la pandemia! “No ha sido fácil asumir el rol de buscadoras, jefas de hogar, sustento económico y emocional de la familia, en plena pandemia y, sobre todo, en el Estado y en un País azotados por la violencia y la falta de medidas sustanciales de apoyo acaso como el nuestro”.

Después de mucho esfuerzo, que iniciaron desde que existía PROVÍCTIMA, comenzaron a recibir, tan solo en 2019, unas medidas alimenticias por parte de la CEAV federal. “Sin embargo, las turbulencias continúas en dicha institución nos han dejado desamparadas desde hace más de un año”.

Pablo Gómez Tarso