LADRONES DE 7 SUELAS

¿No que eran muy honestos? Que venían a exterminar la corrupción…, a encarcelar a todos los corruptos de sexenios anteriores. Francamente después de la gran estafa alimenticia, no queda ya ni la menor duda de que los señores morenistas resultaron descomunalmente ladrones, lo que se dice ladrones. Por lo menos, en la gran mayoría que ha venido ocupando puestos públicos con presupuestos de “multimiles” de millones de pesos. Pues nada menos, cuatro mil 168.70 mdp en 2019, pero sí con la posibilidad de que resulte mayor número de millones esfumados en raterías de los directivos.

 

Segalmex, Liconsa y Diconsa son el escenario visible de tan inauditos y criminales fraudes: vamos a desglosar algunas estrategias que usaron los autores de esta mayúscula estafa. Segalmex pagó 94 millones de pesos por bienes de la canasta básica (abarrotes, carne, productos de higiene, etc. 100 millones por la adquisición de embaces de PET. 182 millones por 35 mil costales blancos de polipropileno. 67 mdp por 87 mil tarimas. 551 mdp de frijol y 516 mdp por trigo panificable que no entraron a sus almacenes. Desaparecieron mil 496 mdp en los inventarios de maíz y frijol, perdió 12 mdp por aportaciones pactadas a los proveedores. Erogan 29 mdp sin comprobantes para el pago de personal fantasma dizque para el arranque del Programa de Precios de garantía y del Programa de Entrega de Fertilizantes. Recurrieron al odiado, outsourcing con la empresa Esespa, a la que le pagaron 295 mdp; sin existir constancias de afiliación del prestador del servicio al IMSS, recibos de nómina timbrados, ni listas de asistencia del personal subcontratado. Diconsa también hizo lo mismo y reportó faltantes en sus inventarios de 364.5 mdp en abarrotes, granos y azúcar, maíz y frijol. Liconsa hizo lo propio, realizo pagos en exceso por 327 mdp a 173 grandes productores de leche, aplicando el precio para pequeños y medianos productores; de una a cien vacas. Para 2020 los primeros indicios de que las cosas no iban bien fueron minimizados gracias a la obcecación de Andrés Manuel por ocultar lo evidente. Eso permeó rápidamente, el mensaje era claro. Las arcas estaban abiertas y el presidente jamás lo reconocería. Eso costó a los mexicanos otros 8 mil 637.90 mdp por daños al erario.