¡Qué tiempos aquéllos! Sí, aquéllos de respeto; cuando en los colegios enseñaban a los alumnos a decir de usted a las personas mayores, a dejar el asiento a un anciano, a una mujer y ya no se diga a una embarazada o con niño en brazos, a un enfermo, todo  cuando se viajaba en un transporte de servicio público. cuando de igual manera se les debía dejar el lado de la pared al caminar en las banquetas ; cuando se respetaba los símbolos patrios y se inculcaba ponerse de pie y saludar al escuchar el Himno Nacional; cuando se hacía hincapié en auxiliar a pasar la calle a los ancianos o a personas con dificultad para hacerlo, cuando se enseñaba a respetar a los sacerdotes con sus diferentes rangos -párrocos, obispos, arzobispos, cardenales etc.-, y claro que no solo en los colegios y escuelas sino también en los hogares en donde los papás inculcaban esos buenos hábitos. ¡Qué tiempos aquéllos!  Sí, aquéllos cuando se enseñaba a querer a la patria, a nuestro pueblo, a nuestro México, a ver con respeto a nuestro presidente y a quienes ocupaban un puesto de elección... Cuando se respetaba a las otras dos formas de vida: la animal y la vegetal.

Los tiempos han cambiado y, en términos generales, no para bien: Ya a las personas mayores poco o nada se les respeta y a algunos que tienen dificultad para caminar se les tilda de borrachos por la forma en que caminan, ya vemos en los camiones de pie a los ancianos, a las mujeres con sus niños, a los enfermos a las personas con capacidades diferentes y claro a los jóvenes ocupar los asientos respectivos totalmente en actitudes indiferentes ocupados en pintarrajear el camión. Las personas que tienen dificultad para atravesar una calle se encuentran con la ahora costumbre de que no hay quien los auxilie, y esto se usa ahora como lo correcto.

Claro que los tiempos cambian y ahora se estila la falta de respeto y el insulto como una práctica normal, dando la impresión que eso es lo que se les enseña en los centros de estudio y en los hogares Pero también vemos una falta de respeto a un recinto católico como lo es los templos que deben ser para la oración, para el recogimiento, para la meditación  y para el culto a Dios nuestro señor el creador del universo y no para manifestaciones e insultos como en algunos casos ha sucedido. Los actos de sacrilegio son más frecuentes, entrar a la casa de Dios ya no es de respeto como debe ser, ya al atrio no se le da el uso para el que fue hecho: que sirviera de meditación, de recogimiento antes de entrar a la casa de Dios, ahora ya solo es lugar de reunión, de juego, etc.

No cabe duda que vivimos tiempos en que, aparte de la falta de respeto, no importa si con algunas acciones se afecta al gobierno y a los mexicanos en general,  se tiene la impresión de que se desea que al gobierno le vaya mal en algo que se asemeja a lo acontecido en Rusia a principios del siglo pasado, cuando se gestaba y años más tarde se logró la caída del Zar y un poco tiempo después la del gobierno provisional en lo que se conoce como La Revolución de Octubre con la instauración del sistema socialista. Uno de los principales líderes del movimiento lo era Lenin quien se encontraba en otro país y Japón y Rusia escenificaron una guerra y cuando el ejército ruso era derrotado, era motivo de alegría y de festejo por Lenin y otros líderes -Trotski, Plejanov que fue de los iniciadores, Stalin , M. Gorki que es el autor de La Madre- se dice que organizaban fiestas para celebrar cada derrota de sus compatriotas. En ese entonces también se insultó y amenazó a personalidades de las iglesias por estar a favor de los gobernantes o de otras ideas no afines a ellos.

El respeto a la persona como tal ya no se ve, vivimos tiempos en que pareciera que lo más importantes es el desorden, el mofarse de los mayores por como caminan, el pintarrajear casas y edificios, el no educar, el no llamar la atención y el hacer caso omiso de las quejas.

Sí, se puede afirmar que se encuentra en decadencia el respeto que todo ser humano merece por el solo hecho de ser persona sin importar raza, credo o estrato social y que los tiempos no han cambiado para bien en una lamentable realidad. ¡Qué tiempos aquéllos ! si, aquéllos... y vaya que se añoran.